Mujer atormentada con mirada de loca. Aprietas la mandíbula y bailas a tu bola. Con prisas. Sin ritmo. Levita tu falda. Nadie te entiende pero ahí está la magia. Fascinas desde lejos y no te das cuenta. Brillas. Es el amor contaminado. Estás llena de él y no sabes por dónde sacarlo. Explotan tus sentidos. Te agobias. Te hundes en la mierda. Y creas. El hombre de tu vida repara en ti tres segundos. Y desvía la vista en busca de una belleza vacía. De la buena educación. De la corrección. De los movimientos elegantes de la que ha rezado a Dios cada noche. De aquella señorita que ha pasado media vida en un colegio católico. Y tú sólo puedes ofrecerle la rabia acumulada de 9 meses en un reformatorio. La luz se apaga. Gritos, nervios, aplausos, ganas. Miles de personas a tus pies. Y todos quisieran lamer tus heridas. Besarte los ojos. Beber tu saliva. Contagiarse de tu esquizofrenia compleja y pura que hoy te ahoga y te nubla. Y caes al suelo. Rendida p...